David Rodríguez Iborra

La guitarra es un instrumento polifónico, lo que significa que puede emitir diferentes sonidos al mismo tiempo. Esta capacidad da pie al diálogo entre melodías, o voces. Sin embargo, en esta performance buscamos lo contrario. Pretendemos recrear un símil a las formas de gobernar, dirigir, o enseñar, donde existen gran variedad de voces y opiniones, pero en las que solo cuenta realmente la opinión de la voz autoritaria. Pese a que las restantes puedan y tengan derecho a opinar, estas son un simple decorado y una buena publicidad al sistema. Con el ocaso de la voz dominante, nos damos cuenta que esta también es humana. La performance empieza cuando estalla la primera cuerda (cuarta cuerda). A partir de aquí los intérpretes se colocan alrededor de la guitarra, cada uno toca un patrón en una cuerda (es posible en dos, simbolizando la dependencia de voces en algunos casos) los patrones son totalmente distintos entre sí, y no buscan diálogo, la parte más experimental es cuando se juega con la tensión de las cuerdas y van estallando, ver como desaparecen una por una, y se van formando combinaciones sonoras nuevas. Los intérpretes llevan ropa oscura, cada uno lleva auriculares para escuchar un metrónomo en su teléfono (puede haber un metrónomo externo, el cual simboliza el ritmo del año, pero que la voz principal ni siquiera escucha) conforme su cuerda se rompe se desprenden de los auriculares, y se coloca en un lateral sin mirar a la guitarra o a los otros intérpretes, nunca ha sido su objetivo dialogar.